DESPEDIDA.
Hoy es un día triste para
todos, lloramos porque recordamos a aquella mujer fuerte, divertida y amable
que con su partida cambia muchas tradiciones familiares. Era costumbre celebrar
la partida del año en su casa, de igual forma, los que vivimos en nuestro
municipio, en cualquier momento de la tarde o de la mañana, aprovechábamos para
ir a su hogar, saludarla y comentar sobre diversos aspectos de la vida. Ella
por lo general mantenía de buen humor, tenía una frase para toda ocasión, que nos
hacía reír en el momento, y que hoy, nos hace recordarla.
Mi nona Graciela, dejó un
gran legado, entre el que puedo destacar, su fortaleza, y su amabilidad que
hacía que su casa siempre fuera conocida como un sitio de puertas abiertas para
familiares, vecinos, amigos del municipio y de otros lugares, su cariño
incondicional también era dirigido a los animales propios y extraños, seres que
nunca faltaron en la familia, y que hoy, de cierta forma, sienten su partida.
Y en este rápido ejercicio
de descripción, no puedo olvidar la cita semanal que muchos de los que hoy ya
somos adultos, cumplimos cuando éramos unos niños, la cual consistía en
acompañar a mi nona en el proceso de la preparación de las gelatinas de pata.
Raspar con una cuchara la miel de la olla, el batido del garabato y esperar por
los recortes de las gelatinas, fue una tradición mantenida por muchos años,
eran esos momentos que hicieron únicos nuestra infancia, y que hoy con
nostalgia, y gratitud recordamos.
Dentro de sus cualidades,
también debo mencionar que era una mujer muy detallista, siempre estaba lista
para darme un regalo el día de mi cumpleaños, e incluso, ya a mis 25 años,
pocas veces me dejaba ir de su casa sin darme una galleta, un dulce, una fruta
o una moneda para que comprara algo, y se molestaba cuando no le recibía nada.
A mi familia, en su gran
mayoría presente hoy, le pido que no olvidemos reunirnos en la cocina en donde
solíamos pasar tiempo con ella, cocina en donde siempre vamos a caber todos,
cocina que siempre estará llena de calor humano, lugar que gracias al abrigo
proveniente de la estufa de leña, siempre será un buen espacio para compartir
el tinto y la mestiza que tanto le gustaba a mi nona, acompañados de anécdotas
de nuestras vidas.
Ahora recuerdo cuando la
visitábamos y preparaba chocolate, al momento de servir siempre me decía que
para mi comodidad, fuera al comedor, pero por lo general me negaba, porque me
gustaba disfrutar de su compañía en la cocina.
Solo espero que mi nonita
esté en un lugar en el que no falten los gatos y los perros que tanto amaba, gracias
Chelita por haber compartido tus mejores momentos con nosotros, en esta vida que
si bien en momentos en complicada, a veces es tan dulce como las gelatinas de
pata que tanto nos gustaban.
Por último, quiero agradecer
a todos los que hoy nos acompañan, y a todos los que ayudaron a mi nona de una
u otra forma, durante su vida.
Chao nona, ya no estarás
para contestarnos la bendición. Gracias por tanto.