ROMA es una película sobre la cotidianidad que no ha estado exenta de polémica, aunque si
analizamos bien, ¿Hay algo en la actualidad qué no cause polémica? Desde que
existen las redes sociales, las opiniones circulan rápidamente y como es
natural, es difícil que sobre un tema exista consenso, eso en realidad no es
nuevo, solo que ahora nos damos cuenta y nos desgastamos sin ningún motivo por lo mismo.
Es normal que en lo referente a la percepción u opinión sobre un libro, un álbum
musical o una película, las opiniones se dividan, sin embargo, respecto a ROMA, pude leer en la red social en la que estoy
mayormente conectada (twitter), apreciaciones que iban más allá del simple disgusto o de la crítica y
que dejaban ver una alta dosis de clasismo, racismo y discriminación.
Por ejemplo, a algunos les parecía inconcebible que la
historia de “una empleada embarazada” diera tanto de que hablar, cuándo “es
algo que pasa todos los días” y “no tiene nada de especial”. Sin lugar a dudas,
esta es una visión corta de la realidad y si esta fue la mayor
reflexión que pudieron hacer de ROMA, entonces definitivamente no captaron el mensaje.
Empecemos por partes. Hay películas para todos los
gustos, algunas hablan de universos de los cuales no tenemos la certeza que
existan, sin embargo, diversos osados se han dado a la tarea de reflejar con
ayuda de la tecnología, lo que su maravillosa imaginación ha producido. Magos,
monstruos, superhéroes hacen parte del cine que consumimos. También historias
de personajes y de pueblos, luchas, y como no, personas anónimas.
Entonces, retomando el hilo del tema principal de este
escrito, ¿Acaso la historia de los marginados representados en Cleo no merece
ser contada? Creo que no hay mejor ejemplo de racismo y discriminación que ese:
pensar que hay relatos de vida que valen menos que otros, así se ha escrito la
historia, magnificando la de los poderosos y borrando la de los grupos y personas
víctimas de los mismos, por lo tanto, el olvido se presenta como otra forma de violencia.
Debemos celebrar que la vida de una mujer indígena
y empleada de servicio sea contada, y que sea narrada a un ritmo al que no
estamos acostumbrados; en los tiempos actuales, donde el modo de vida va tan rápido, fue un buen detalle que
Alfonso Cuarón se haya concentrado en mostrar sin celeridad las formas, los sonidos, las
palabras, los gestos, los silencios, los paisajes rurales y urbanos, sin dejar nada al azar.
Y no es que ahora haya necesidad, sea obligatorio o “por
lástima” se le tenga que dar un premio a las historias en las que se cuentan
las vidas, las batallas cotidianas de negros, indígenas, pobres, y
comunidad lgbti+, lo que pasa es que los tiempos han cambiado, hemos
descubierto que hay algo más allá de lo que se cuenta desde el privilegio, y eso también merece ser apreciado. Por lo tanto, el “problema” no es que ahora la diversidad haga parte de las películas, el único problema fue como antes
impunemente diversos grupos minoritarios fueron ignorados, siendo como máximo solo acompañantes de historias ajenas. En un mundo como el actual, en donde las amenazas a la diversidad son constantes, una de las mejores armas para combatirlas es el arte en todas sus expresiones, puesto que agachar la cabeza y callar no es una opción.
Por eso la invitación es que se deje de promulgar ese
discurso repetitivo de año tras año, en el que en son de
burla se dice que X actor, actriz, director o película va a ganar porque “toca”
porque es “gay”, “lesbiana”, “trans” “negro” o “indígena”, ridiculizando así,
años y años de lucha, y manifestando ante los reclamos justos que se hacen, que
es twitter y que los grupos históricamente marginados, violentados y discriminados
no deberían molestarse por los “chistes” que hacen los racistas/xenofóbicos/misóginos/lgbtifóbicos.
Por el contrario, celebremos que nuestros pueblos y sus grupos vulnerables tienen la oportunidad de mostrar al mundo su esencia, porque la historia de Cleo es la de muchos, usted y yo
somos de clase media o baja, varias de las mujeres de nuestras familias lograron el
sustento de los suyos gracias al trabajo en los servicios domésticos. Y sin
lugar a duda, los sucesos y acontecimientos de ellas merecen ser contados.
Antes de terminar, tengo que plasmar algo que me llamó
la atención, respecto a una persona a la cual claramente no le gustó ROMA, y lo
estuvo recordando en varios tuits. Su argumento es que no era una historia
espectacular, que era la historia de cualquier mujer pobre y embarazada, y que
de ser así, hasta “su” empleada podría protagonizar una película. Lo único que
diré, es que si uno tiene los medios para tener “empleada”, lo mínimo que debes
hacer es respetarla, y ver más allá, porque esa mujer que va todos los días a
colaborar con los oficios de su casa, tiene sueños, anhelos, sufrimientos, preocupaciones,
y que seguro si se diera la oportunidad, estaría dispuesta a compartir algo de
eso con el mundo. No solamente los dramas, la magia, la acción y la ficción del
“primer mundo”, merece un lugar en la pantalla, lo cotidiano y lo simple
también merece ser observado, como latinos nos acostumbramos a mirarnos a
nosotros mismos por debajo del hombro, quitándole relevancia a lo que tenemos
que contar.
Finalmente tengo que decir, gracias a YALITZA APARICIO por representar con altura a todas las Cleos
de Latinoamérica, por reflejar una parte de nuestra identidad, lo que
somos y lo que seremos. Y gracias a Alfonso Cuarón, por atreverse a contar una
historia diferente que si bien se desarrolla en México, pudo haber acontecido en cualquier ciudad de nuestros países latinos, gracias por reconocer que muchas
veces lo espectacular se encuentra en lo sencillo.